1. Skip to Menu
  2. Skip to Content
  3. Skip to Footer

Carmelo y yo acabábamos de cenar en compañía de Susana, cuando alguien llamó a la puerta exterior de la casa. Susana se levantó con total normalidad y fue a ver quién llamaba. (La hora intempestiva no produjo alarma, porque entonces se vivía con las puertas y las ventanas abiertas, sin temor a que nadie te quitara nada).”- Don Camilo – dijo Susana – está ahí ese factor al que llaman García, y quiere hablar con usted”. Pasé a García a mi despacho y me tiró, indignado, unos papeles sobre la mesa al tiempo que decía: “Lea. lea usted ese pastel del confitero”. Era una sentencia del Juzgado Comarcal. No había Juez titular y el sustituto era Vicente Docio, dueño de una confitería de grato recuerdo. Nuestra entrevista duró posiblemente más de dos horas. El hombre había venido en cuanto le habían relevado en su puesto de factor. El acaloramiento de mi consultante era manifiesto, pues después de leer yo rápidamente la sentencia me dijo: “- Quiero que me diga usted que tengo que hacer para llevar este asunto al Tribunal Supremo”. “- Hombre – le dije – no es posible lo que pretende porque la cuantía del asunto –cincuenta pesetas - nunca lo permitiría y parece que el buen sentido aconsejaría no meterse en tal aventura, pues un recurso en el Supremo nunca le constaría a usted menos de mil o dos mil pesetas” “-¿Solamente eso?”. La pregunta la hacía un empleado que entonces podía tener un sueldo de 500 pesetas mensuales. Para él, sin duda, significaba poca cosa gastarse un dinero que normalmente pocos tenían. Estaba claro que este hombre tenía ingresos extra por su colaboración en el transporte de productos de estraperlo. Nadie más que una persona con holgura económica podía pretender la interposición de un recurso de casación por cincuenta cochinas pesetas que se discutían. Y nadie más que una persona extrañamente adinerada podía sentirse ensoberbecida porque un Juez lego no le daba la razón.

Veamos en qué consistía el pleito: En las proximidades de la estación de Sahagún, hay un bar, propiedad de Ignacio Vidanes, a quien llaman “Bilibú”. Allí por las noches espera algún viajero o entran los de “recorrido”, como Pombo, Guarda-agujas, como Eustaquio “El Cono”, el jefe de estación o algún otro empleado. Y el día 2 de noviembre–se decía- de aquel año 1946 había comenzado, a la una de la madrugada, una discusión sobre la hora a la que se pondría la luna que estaba brillando. “El Cono”, gran discutidor, vertió los razonamientos de su experiencia visual y cultural y quedó como campeón, tras afirmar rotundamente que la Luna de aquella noche se ponía a las nueve. La discusión empecinada continuaba cuando entró el factor García, que en cuanto se percató de lo que se estaba hablando, dirigiéndose al “Cono” le dijo: “-Tu, muchacho, no sabes una palabra de ASTROLOGÍA la luna que brilla esta noche no se pondrá después de las ocho”. Envite del Cono: “-¿No te apostarás algo?” Y después de continuar un poco más la discusión, García y El Cono depositaron, cada uno, cincuenta pesetas en poder de Bilibú como apuesta.

Parece que ambos pasaron la noche mirando al cielo, pero ninguno pudo ver nada, porque una niebla intensa lo impedía. Pero ello no fue óbice para que, al día siguiente, se buscaran ambos apostantes, que, invariablemente, se estimaron acertantes. “-Dile a Bilibú que me dé el dinero, porque yo he sido el que he acertado” “Díselo tú, que me lo dé a mí, porque no me he deslizado nada de mi cálculo.” Algún otro encuentro subsiguiente terminó también sin resultado, y dejaron de hablarse ambos ferroviarios. Los testigos de la apuesta mediaron para que Bilibú devolviera los diez duros a cada uno, pero no había forma de que cedieran por esta solución salomónica.

Y un buen día, El Cono, tuvo esta conversación con Castañeda, que era el Contable del Sindicato Agrícola. “¿Qué te pasa con el Cono? –le preguntó Castañeda. “-¡Qué me va a pasar! Que he hecho con él una apuesta y no quiere reconocer que yo acerté” “-¿Y porque no le llevas al Juzgado?” “-Hombre, porqué tendré que ir a un abogado y me gastaré, digo yo, más que lo apostado”. “-No tienes necesidad de acudir a ningún abogado, mañana te pasa por mi oficina y te daré un escrito para que lo presentes en el Juzgado”.

Conforme el Cono con lo que Castañeda le propuso, recogió el escrito y en el Juzgado señalaron un día y una hora para la celebración del juicio verbal.

A partir de tal momento, me voy a guiar solamente por lo que en el proceso –que yo examiné detenidamente- se leía.

“Ante don Vicente Docio, Juez sustituto, y don Marciano Murciego, secretario suplente, comparecen de una parte, como demandante don Eustaquio Rodríguez y de otra como demandado don Manuel García. Concedida la palabra por S. Sª al demandante, por este se dice que la Luna, se puso a las nueve. Concedida la palabra al demandado, éste manifiesta que la Luna se puso a las ocho. Ambas partes, en réplica y dúplica, insisten en lo que han manifestado y solicitan el recibimiento del juicio a prueba. S.Sª recibe el juicio a prueba y el demandante propone la documental, consistente en la unión a los autos del calendario Zaragozano y la testifical, a tenor del siguiente interrogatorio: 1ª. Si es cierto que en la madrugada del 2 de noviembre pasado, entre demandante y demandado hubo una apuesta de cincuenta pesetas, cantidad que cada uno depositó en poder de Ignacio Vidanes. (Todos los testigos contestaron que era verdad) 2ª. Si es cierto que don Eustaquio apostó que la Luna que aquella noche estaba brillando se pondría a la nueve y el Sr. García que a las ocho. (Todos también dijeron que era cierto) 3ª Si es verdad que la Luna se puso a las nueve aproximadamente. (Todos contestaron que no lo sabían).

Sentencia: “Declaro que don Eustaquio acertó y condenó a García a que le pagase las cincuenta pesetas que apostó y que quedaron depositadas en don Ignacio Vidanes, sin costas a ninguno de los contendientes”.

Esta sentencia era el “pastel” a que García se refirió, y la fundamentación jurídica, lo mejor: “Considerando: Que la Luna el 2 de noviembre pasado, según el calendario zaragozano, se puso a las 8 horas, 37 minutos  y 10 segundos, y como el más próximo al acierto es el demandante, procede condenar al demandado a que le satisfaga la cantidad apostada, sin que haya méritos para hacer una especial imposición de las costas”.

“-Quiero don Camilo, ir al Supremo. Esto no puede quedar así”.

Tranquilicé a García y le dije que lo único procedente era que acudiera inmediatamente al Juzgado y expresara así sus deseos de que quería apelar. “No hay otro camino” “-¿Y me defenderá usted?” “-Permítame que ahora no le conteste, necesito antes ver el expediente o lo que nosotros llamamos los autos”. “-Que no sea, señor de la Red, por dinero. Yo le pagaré a usted lo que me diga”.

Confieso que en un principio vino a mi mente la idea de que allí no podía hacerse nada, porque recordaba que las obligaciones derivadas del juego no podían reclamarse ante los Tribunales. Pronto me convencí de mi error al leer el artículo 1801 del Código, y poniendo en tela de juicio la sabiduría del Cono, parecía poca prueba la del calendario zaragozano, por lo que escribí al Instituto Meteorológico. Me contestaron algo parecido a esto: “Sentimos manifestarle que tanto usted como su cliente estánequivocados, puesto que fue Luna llena en Cáncer el 28 de octubre a las 5 horas, 3 minutos y 43 segundos” ¿Y qué me querían decir con eso?.

Pasé un día por el Juzgado de Primera Instancia, y allí estaba Perfecto rodeado de tomos de la Enciclopedia Espasa que había pedido al Ayuntamiento, tratando de descifrar los movimientos de la luna. Sabiendo de mis aficiones geográficas me dijo: “Hombre llegas a tiempo, porque estoy viendo este asunto: son dos ferroviarios que no debían tener mucho que hacer y yo creo que están tratando de jugar con la Justicia. “Le corté “-No sigas porque este recurso lo voy a llevar yo” “·-Si de algo te sirve, ahí tienes esa carta del Servicio Meteorológico”. Perfecto cogió el papel y dijo, para mi sorpresa: -“·Esto ya lo sabía yo, que fue Luna llena en Cáncer el 28 de octubre”. Y siguió con sus lecturas y sus pensamientos.

Y llegó el día de la vista. Y se llenó de geste la sala del Juzgado. Nunca he conocido en tal lugar mayor concurrencia. Yo llevaba mi informe preparado con un exordio en el que me referí a la necesidad de la Justicia en todas las actividades vitales y no solo en las más importantes, y el contrato de apuesta demandaba que aquel asunto se decantara en favor del más sabio, que era mi patrocinado. Cité uno de los consejos que don Quijote dio a Sancho cuando éste se dispuso a gobernar la ínsula barataria, y al final dije que el calendario zaragozano no era más que un documento inadverado, que pudiera ser que tuviera razón don Mariano Ocsiero, que parecía ser su autor, pero que aunque admitiéramos como cierto lo que en él se leía, había una notable circunstancia que no inclinaba a pensar que ninguno de los contendientes había acertado, porque la apuesta no había tenido lugar el 2 de noviembre sino el 3. Y esto hacía variar la solución en el supuesto de aceptar como bueno lo que el calendario decía, ya que un día después, la Luna se había puesto cuatro minutos antes, por lo que si había que resolver la cuestión por aproximación, el más cercano al acierto había sido el demandante. Mi conclusión fue que ninguno de los dos había acertado y que no pudiendo tener cumplimiento el contrato, debían devolverse lo que habían apostado.

Camilo de Red Fernández.- Abogado

D. Camilo de la Red (Abogado), ya fallecido, nos deja el siguiente relato:

1952. AÑO EN QUE SE CELEBRARON LOS JUEGOS OLÍMPICOS EN HELSINKI.

Como mi viaje a Covadonga para casarme, fue una odisea (se averió el autocar en que íbamos con todos los invitados, nos cogió una nevada en el Pontón, pasamos el Sella apeándonos en cada puente de madera porque habían sido volados cuando la guerra) y lo había pasado mal con la operación de apéndice, inicié a mediados de agosto, un viaje a pie desde Sahagún cubriendo estas etapas.

Sahagún-Almanza, Almanza-Morgovejo (balneario), Morgovejo-Portilla de la Reina, Portilla de la Reina-Caín, Caín-Puente Poncevos, Puente Poncevos-Cangas de Onís, y el pequeño salto final de 11 kilómetros que hay entre Cangas y Covadonga. Fueron aproximadamente 180 kilómetros.

Me acompañó Paco Álvarez, farmacéutico de Sahagún, que pesaba más de 110 kilos. Cuando habíamos recorrido desde Sahagún 16 kilómetros tuvimos que

Don Paco (Farmaceútico)

pararnos porque a Paco se le ampollaron los pies. A duras penas llegamos hasta El Truébano. Desde allí Paco llegó a Almanza en el coche de línea. Yo completé la etapa a pie. Dormimos en Almanza y dos días después reanudamos la marcha hasta el balneario de Morgovejo, edificio, entonces, medio abandonado.

Paco llevaba, además de su mochila, una bota con tres litros de vino. Al siguiente día, después de subir 6 kilómetros hasta la cima del Puerto del Pando, Paco se derrumbó. No estaba borracho, pero, en tal subida, había bebido los tres litros de la bota, el efecto de esta ingestión fue la preocupación de que estando como estábamos en plena soledad, pudiera presentarse un oso ¿y qué haríamos?.

Descansamos largo rato, y, al fin, llegamos a Portilla de la Reina. Allí conocimos a otro caballero andante, que resultó ser un agustino asturiano que vivía en Estados Unidos. Este hombre iba perfectamente equipado y conocía bien la zona, porque todos los años hacía el recorrido por las montañas, visitando todas las majadas y hablando y comiendo con todos los pastores.

Acompañados por este montañero (que podemos denominar “profesional”) continuamos nuestra marcha. Paco era informado por el agustino de todos los accidentes del recorrido, y así alcanzamos el Puerto de Pandetrave. El descenso al valle de Valdeón era impresionante: no había carretera, solamente un camino de carretas sumamente inclinado; en algún tramo teníamos que tener cuidado para no resbalar. La inclinación de este camino y la espesura y soledad del bosque, hizo decir a Paco: “Me parece que hemos llegado al Transvaal”. No nos cruzábamos con nadie, solamente vegetación y alguna vaca pastando con esa sensación de felicidad que en tal tarea producen esos animales. Paco perdió el equilibrio y rodó como una pelota hasta detenerle unos arbustos.

Así caminando y próximos a Santa Marina de Valdeón, aparecieron dos individuos, o, por mejor decir, dos jóvenes con bañador, seguidos de otros dos muchachos del país que portaban sus mochilas y “skis”. Paco, al verlos, se dirigió a nuestro acompañante y le dijo: “¿No le dije a usted que estábamos en el Transvaal?: ahí tiene usted a Tarzán y su compañera”.

La pareja en cuestión nos dijo que venían de esquiar de Tras Llambrión. ¿En el mes de agosto? ¿Fue una fanfarronada o una broma? Llegamos, al fin, a Caín y allí dormimos sobre colchón relleno de hojas de maíz, en casa de la señora Matilde.

Quedamos deslumbrados, al siguiente día, con el paso de la garganta del Cares. Yo no había visto nunca algo tan fascinante. Y seguimos el recorrido, hasta Poncevos, con igual soledad. Solamente nos cruzamos con otras dos personas y alguien que cantaba en un prado oculto, segundo con guadaña, y que a los gritos del agustino se descolgó por la ladera, como si anduviera por su casa, para saludarle. Al final de la garganta comenzamos, incomprensiblemente, a subir, nos cruzamos con un lugareño y éste nos dijo que en cuanto pasáramos el “repechín” llegaríamos a Puente Poncevos, en que hay una central eléctrica y alguna fonda. Este repecho hace que el camino entre Caín y Poncevos, se haga enormemente largo. Al final, algún bromista, había escrito: “a Caín 11 kilómetros…y pico”.

Desde Poncevos, Paco fue, en un coche hasta Cangas de Onís. No me cuadran bien las fechas, sé que al día siguiente, recorrí la mayor etapa en solitario: 38 kilómetros hasta alcanzar Cangas de Onís. Allí estaba esperándome, en una terraza, el ínclito Paco.

En esa terraza, próximos a nosotros estaban hablando dos “grandones”, que dicen en Asturias. Parece que eran “indianos” ricos, pues todo el tiempo estuvieron haciendo inventario de las escopetas y perros de caza que tenían; no podríamos decir, los que estábamos atentamente escuchando, que ocultaran sus riquezas. A estos tipos, en Asturias, le llaman “grandones” (En un bar de Gijón había un letrero que decía: “Se prohíbe cantar y ser grandón”).

Paco, con la charla de los “farolones” se ponía malo, y me dijo al oído “¿te has fijado lo idiotas que son estos tíos?”.

Pues bien, a los tíos en cuestión, se les acabaron sus relatos fantásticos, y uno de ellos se dirigió  a nosotros preguntando, al vernos el atuendo y el polvo de nuestros zapatos: “¿Qué? ¿Vienen a ver a la Virgen?” Yo les dije que sí. Y nueva pregunta: “¿Y de donde vienen?” Paco les contestó: “De Ciudad Real” Y me dijo al oído: “¡anda, jódete, que ellos tendrán perros y escopetas, pero nosotros camino”. “¿Y cuantos días han tardado?”, Paco le dijo que DIEZ. “¿Y solamente en diez días han hechos ese recorrido?” Contestación de Paco: “Es que tienen ustedes que tener en cuenta que venimos a campo través”.

La broma no terminó, la noticia debió llegar inmediatamente al Santuario de Covadonga. Porque cuando llegamos nos estaba esperando el Sacristán, que según noticias, era corresponsal de “La Nueva España”, periódico de Asturias. “¿ Son ustedes los que vienen de Ciudad Real?”. Yo me anticipé a Paco y dije: “No, nosotros venimos desde Sahagún”. ¿ Pero andando todo el tiempo? Le dije a Paco que mintiera (por lo que a él se refería) y confirmara mi versión.

Al día siguiente, apareció en el periódico la noticia de que a Covadonga habían llegado andando dos peregrinos domiciliados en Sahagún.

Paco se distinguió siempre por sus bromas, por su buen humor; era natural de Medina del Campo. Seis u ocho años después fui a visitarle porque me dijeron que estaba enfermo. Y me dijo: “Esto se acaba, Camilo, va a ser muy difícil que volvamos juntos a Covadonga”. Le animé mucho, nos reímos bastante, su ánimo se elevó. Pero cuatro o cinco días después, murió.

Camilo de la Red Fernández. 2004   

Relato de una peregrina, sobre: la mente, el hombre  y el espíritu”

 

Decía Don Quijote a Sancho“la libertad, es uno de los mas preciosos dones que a los hombres dieron los cielos, con ella no pueden igualarse los tesoros que encierran la tierra y el mar”

Permítanme presentarme así: Corren nuevos  tiempos y con ello nuevas costumbres o modas.  Soy una joven   bohemia y solitaria, porque el desamor ha hecho huella en mi corazón,  me encuentro deprimida y extraña. Creo, en mi propia religión, la que me hace sentir bien conmigo misma, en estos tiempos…  solo me gustaría pedir para los que no piensen como yo, el mismo respeto que yo tengo hacia ellos.

Vivo en  un mundo libre, siento con intensidad mis sentimientos y lucharé con fuerza para que mi corazón deje de oír el sonido del silencio.

Hoy me han despertado mis sueños, y me he encontrado con mi vieja amiga, la soledad. Camino entre las gentes para romper el hielo de mis pensamientos y apartar de mí el silencio, pero solo escucho el susurro de las gotas de lluvia que caen y van buscando su destino, miro en sus aguas cristalinas la esencia de la vida, que traspasa las fronteras de mis pensamientos.

Sentí, que algo espiritual me atraía.  Quería quitar las espinas  de las rosas rojas, para que no se duerma el amor en el olvido, mientras… mis pensamientos caminaban dando vueltas en mi cabeza, queriendo escuchar aun, los ecos de tu voz y sentir el calor de tus manos.

La lluvia seguía arreciando  y el viento arremolinaba el agua con fuerza chocando contra las paredes de barro de este pequeño pueblo, sus gentes se dirigían con prisa hacia sus casas y el sol se iba guardando bajo el cielo gris que descargaba su furia.

Las chimeneas dejaban salir el humo que se diluía sobre las tejas rojas de sus casas. El día daba paso a la noche,  entre ruido de hojas y ramas de los arboles, que el viento arrancaba con fuerza de sus troncos.

Mirando la noche a través de mi ventana, pesaba en la soledad que se había instalado en  los rincones de mi alma, ‘había perdido mi propia libertad,  era esclava de mi propio corazón’.

Al amanecer el día, comencé a contemplar la singular belleza que lucían las calles y plazas de este pequeño pueblo y comprendí que debía comenzar un nuevo camino.

Era una mañana limpia con un sol resplandeciente, donde se palpaba la calma y comprendí, que era el momento de conocer nuevos pueblos, nuevas gentes y disfrutar de la belleza oculta  de la naturaleza.

Comencé a caminar con mi mochila al hombro, para dirigirme a Santiago, era como un canto al amor, al pisar  los caminos verdes, que van haciendo los pies de los peregrinos que van a Compostela.  

Siguiendo esta vereda y pasados tres kilómetros llegué a la villa de Sahagún, alguien me comento que estaba en la mitad del camino. Me dispuse a descansar y hojear un pequeño libro, donde se orientaba de las cosas más importantes sobre la histórica Villa de Sahagún.                      

Al  llegar la noche, me aloje en una pequeña casa donde albergaban  peregrinos.  Tenía miedo a la oscuridad y por ello deje una luz tenue que proyectaba  una bombilla que colgaba del techo de la alcoba, seguí leyendo; ¡la historia  de Sahagún me fascinaba! estaba envuelta en una especie de aroma boreal, con olor a hierba seca y tierra mojada. Seguí leyendo…, era cuna de reyes, reinas y princesas, donde el Rey de las Españas, Alfonso VI, tuvo corte y palacio…, también tuvo universidad  y acuñó moneda propia…,estaba ilusionada con la apasionante historia de este pueblo, seguí y seguí leyendo, hasta que el sueño se apodero de mí, e hizo que desapareciera la oscuridad de la noche.

Al amanecer el nuevo día, sentí una enorme ansiedad por pisar sus calles y ver el arte que desprendían sus ladrillos y decidí pasar aquí unos días, para conocer un poco más su historia.

Comencé por visitar a la Peregrina más bella del camino: La Roldana de Sahagún.

Al contemplar su belleza, algo nuevo sintió mi corazón. Yo la miraba embelesada…y su rostro me transmitía una paz que nunca había sentido, una serena calma silenciosa donde se iban difuminando mis suspiros.

Mis  alas volvían a volar, mientras  el sol me rozaba con su lívida luz.

Abriré las puertas de mi corazón para que entres en él, Bella Roldana,

Dejaré mi soledad en el camino, tú serás siempre mi compañera de viaje.

Me dejaré peinar  por el viento y pisaré las piedras y los valles del camino, llevándote siempre en un rincón de mi pequeña casa, donde tu espíritu,  será mi refugio y donde mi corazón, llorará contigo.

Al despertar de mis pensamientos seguía descubriendo la belleza y los encantos de esta villa… me atraía conocer la vida pasada de este convento; desprendía olor a antigüedad y a cera derretida. Hojeando nuevamente este librito, leí, que un franciscano, se enamoró de esta imagen que vino desde Sevilla del taller de Luisa Roldana, para vivir en el convento de Sahagún.

Estaba ubicado en un alto, donde confluyen energías que emanan del interior de la tierra y que poseen poderes extraordinarios, un lugar mágico. En esta basílica pude observar que el centro donde convergen los brazos de la cúpula central, va perpendicular al centro de la cripta del altar mayor. Según las leyendas ancestrales colocándose debajo de ellos, tienen hechos curativos a través de rezos y súplicas, por las emanaciones que salen de la tierra.

Es realmente impresionante la carga de magia que tiene  este convento franciscano… quizás sus paredes guarden ese aroma a incienso  que dejaron las vidas que descansaron aquí en sus capillas, durante muchos siglos.                

Seguí paseando por las calles y plazas de la villa, quería palpar con mis manos y mis ojos el gran Cenobio Benedictino que aun se resiste a morir. Su vida se la dieron: Abades, Reyes y Papas, los tres poderes estaban sumamente unidos, la historia de este pueblo es tan impresionante, que convivían, musulmanes, judíos y cristianos en perfecta armonía, sin olvidarnos de las gentes que poblaron esta villa,  cada cual tenía su propia lengua. Alguien pensó… “haremos una torre de babel” con una cúpula abierta al cielo, donde solo haya una lengua, una religión y un pueblo, cobijados por un mismo cielo y dirigidos por los tres poderes, mientras sus gentes trabajan la tierra y el barro, para construir sus templos con esbeltas torres, que aun resisten el peso de los siglos,( como decía Federico García Lorca “el duende que levanta la torre de Sahagún”) porque los duendes nunca mueren, porque siempre se alimentan de historia, de arte y de recuerdos. Solo hay que mirar en la noche estrellada, cuando las ventanas de sus torres se iluminan, el pensamiento y la imaginación vuela hacia ella, donde se dan cita personajes encantados, fabricados por las sombras y las luces que proyecta el duende del barro que vive en  sus ladrillos.

Al volver a cargar mi mochila, despeje un poco mi pensamiento, mi corazón empezaba a llenarse de vida nueva,  me sentí atraída por la presencia de dos mirlos que cantaban enmarados por debajo de una fuente recubierta de hiedra y unas violetas que brotaban tímidamente en la hierba que recubría el suelo. Por un momento no sentía en mí, la soledad, ¡cuánta belleza me queda aún por descubrir!

Sin pensarlo, volví a echar una mirada al pasado glorioso de esta villa, tenía una enorme carga  de magnetismo, recordé que aun me faltan muchas cosas importantes, que descansan en esta tierra: ¿qué guardará el subsuelo de estas ruinas sublimes?...estoy pasando por debajo de este bellísimo arco de triunfo, era la entrada a la gran Basílica de san Benito, “el Cluny  de las Españas” donde albergaba joyas de valor incalculable, que el viento llevo con fuerza a diferentes lugares del mundo, como un bajo relieve de mármol que representa “La Virgen de Sahagún con Dios” que presidia el gran monasterio Benedictino, que se encuentra en el museo arqueológico de Madrid.

La custodia de Enrique de Arfe que labró para La Abadía de Sahagún en el año 1515 y que hoy es propiedad del pueblo de Sahagún, el cuadro de Francisco de Salcedo, que también alguien donó a éste pueblo y  que su autor, fue el asesor espiritual de Santa Teresa,  representa la llegada del Espíritu Santo en Pentecostés ,donde la Santa se sintió embargada por una fuerza interior que la transformó, mientras rezaba el “Veni Creator”, hasta que ella sintió que Dios la pidió que no tuviera conversaciones con hombres, sino con ángeles. Lo dejó todo, para dedicarse enteramente a Dios y que ella lo denominó “desposorio Espiritual”.                                           

Después de un largo silencio me pregunte a mí misma, ¿Cómo es posible que mi mente, este envuelta en esta especie de atracción o magia, que  me hace pensar en la vida oculta de esta villa? Quizás sea porque mi espíritu es libre y mi corazón también, o quizás sea el efecto de la estela misteriosa que dejo Santiago, en su regreso desde Jerusalén a Compostela, para su descanso eterno.

Estoy mirando embelesada la belleza de este arco de triunfo, grandeza artística de esta villa, construida por Felipe Berrojo, y para que veamos aun mas grandeza, no hace muchos años cuando se le realizo una restauración apareció, una imagen de piedra tallada, que representaba a uno de los evangelistas, que se encontró en el interior de la pared de dicho arco, por esta circunstancia  fue recuperada de su oscuridad, y  hoy se expone en la iglesia de San Tirso. 

Seguí andando a la vez que miraba con ternura una imagen entrañable; había un anciano sentado en un banco del jardín, y vi como observaba el trabajo laborioso de dos golondrinas haciendo su nido en una de las paredes de la iglesia de San Tirso, resguardadas bajo techo del precioso pórtico de ésta iglesia. Mis sueños se estaban llenando de luz. El anciano, me invitó a que entrara para ver la belleza de su interior, por un momento, me quede prendada de su magia, es una iglesia rectangular de tres naves, con un exquisito gusto en la colocación  de sus ladrillos, haciendo  formas bellísimas que armonizan el templo, aquí se consigue ver, el románico mudéjar más bello y genuino de Sahagún. A  sus pies, un sarcófago con relieves laterales en piedra, que acoge los restos mortales de algún noble, según puede verse en el relieve que cubre su sepulcro.

Al salir de este templo, mi alegría era sublime, pues el silencio y la soledad me habían abandonado, me di cuenta que la vida sencilla de los hombres, está llena de belleza y bienestar, cuando dejas volar a tu espíritu y das libertad a tu corazón.

Sigo mi camino sin dejar de admirar la belleza de ésta torre, donde habitan los duendes, de tantos personajes nobles y reyes que descansan para siempre   en este templo.

Este lugar encantado, lleno de magia y misterio me hace perseguir mis sueños, pienso que la vida de los duendes, se bajan, desde la torre al subsuelo y resucitan… buscando aromas del pasado, y  palpan, la soledad en la que viven… los  objetos, las piezas rotas, llenas de polvo, de telarañas y de olvidos… entre trastos viejos, y tablas… y ladrillos de obra…, donde… podía verse, algún ángel con las alas rotas, marcos barrocos  semi-rotos y policromados, donde se veía tímidamente algún reflejo que asomaba del pan de oro que escondía  y  lienzos de grandes dimensiones, heridos por el paso del tiempo, llenos de suciedad y renegridos, quizás por solo recibir la caricia del humo de las velas, donde no se apreciaba la pintura, hasta que la luz, dio rienda suelta a la vida de sus iconos ,cargados de duende, pero los duendes… no hablan, ni lloran, solo duermen en el sueño de los justos, porque así, la sabiduría de los hombres de barro permanece intacta; los dioses nunca se equivocan, porque ellos siguen hablando, de lo atrevida que es la ignorancia,  por querer buscar la verdad en el conocimiento de las cosas, y así la verdad se va desvaneciendo lentamente.

Quizás, cuando vuelva a recorrer en mis sueños… otra vez el camino hacia Santiago, solo me acompañaran los duendes que  bajarán de su torre y darán la vida a sus iconos, ellos moverán la pintura, y el pueblo verá la carga de dramatismo que tienen sus iconos, verán  como acarician con los dedos el color bermellón  sobre el cuerpo de Jesús, a través del pigmento natural del veneciano. Porque seguirá el misterio, tapado por la verdad que descansa en el silencio.

Se va llenando el cielo de nubes y con ello vuelve la lluvia, es hora de regresar al albergue.

Seguí hojeando la pequeña guía, y aun tenía que ver, ¡El gran museo de los pasos! con grandes obras escultóricas de la escuela castellana y sevillana.  El Santo Sepulcro, que perteneció al Gran Cenobio Benedictino y que es una obra maestra de una gran belleza, digna herencia que San Benito dejo al pueblo de Sahagún.  

Se acercó a mí un buen hombre afable con pelo cano, que aparcaba allí su furgoneta y me ofreció la posibilidad de verlo, en su cara se veía reflejada el cariño y la pasión que él sentía por este museo. Él sin pensarlo más, me abrió las puertas de la capilla de Jesús, donde están expuestos los pasos y me enseño con verdadera pasión lo que allí había.

Mi espíritu rebosaba de alegría y comenzó a oriéntame sobre la Semana Santa. Allí estaba, El Nazareno, Jesús en el Gólgota, el Caballo de Longinos, el Descendimiento, las Tres Marías y el Cristo yacente, que después de quitarle los clavos se lo llevan ante la Virgen de la Soledad y lo introducen seguidamente en el Sepulcro, que es una urna de gran belleza.

Pude hablar unos minutos con este buen hombre y me dio unas pinceladas claras sobre la Semana Santa de Sahagún.

El jueves santo, es  emocionante ver salir de San Lorenzo  la preciosa Virgen de las Amarguras, vestida con manto negro que toca las flores blancas que lleva sobre sus pies y comienza a andar sobre los hombros de  las hermanas de “La vera Cruz

escuchando los acordes de la banda sinfónica de Sahagún.

Llega el Viernes Santo y con él, la ansiedad se apodera de las gentes por sacar a la luz del día, las bellas imágenes que recorren su pueblo, llenando de duende el aire que se respira en el ambiente.

Al amanecer después de llamar a la puerta de Jesús, el Abad, abre sus puertas y da comienzo la procesión de los “Pasos”.  Al atardecer, es la procesión del Santo Entierro, donde se ve, en la bellísima Urna el cuerpo martirizado y muerto de Jesús. Detrás camina La Virgen de la Soledad, acompañados por la banda sinfónica de Sahagún.

El jueves Santo y viernes santo, al llegar a la plaza, desde el balcón del pueblo la banda entona las dos preciosas obras que sus directores, los hermanos Blasco, compusieron para: “El Cristo de la Urna” y “ La Soledad”, Les acompañan un brillante tenor y una brillante soprano, en estas dos composiciones. No podemos olvidarnos de los preciosos versos hechos plegaria, que lanza al aire, la voz del actor de esta Villa, Javier Bermejo. A veces, la emoción supera al hombre a través de su espíritu.

Ésta Semana Santa, es para vivirla,  me comentó este buen hombre, me quede pensando sus palabras…y me despedí de él, agradeciéndole su exquisita amabilidad por el trato recibido. Al salir de este museo, admiré las dos bellas esculturas de bronce que representan a dos hermanos de la Cofradía de Jesús, tocando la trompa y el bombo anunciando así la pasión, que son obra del escultor de esta Villa Jesús Román.

Mi vida cambio en este viaje, había encontrado una forma de vivir en la cual era la dueña de escoger el camino, la paz, el amor y la amistad.  La vida está hecha de momentos, debemos guardar los buenos y aprender de los malos.

Espero poder ver este año las procesiones de la Semana Santa de Sahagún, porque dicen sus vecinos, que no hay nadie que vea esto y que sus ojos no se llenen de lágrimas.

Esta Villa donde su nombre se compone de dos santos, situada en Vía trajana, es tan hermosa que hasta las golondrinas hacen sus casas de barro en los pórticos de sus iglesias.  Situadas  en la mitad del camino, para que a los peregrinos les dé tiempo para escribir su diario, antes de comenzar a recorrer la otra mitad.

Los peregrinos del mundo, caminan solos con la mirada perdida en el infinito, contemplando la rosácea luz de un sol que se va, con una mirada agónica y triste.

El tiempo va desgastando sus vidas, dejando a su paso  sus  baúles llenos de muñecas rotas, o maletas llenas de manuscritos…o maletas vacías… cargadas de telarañas.

Rompiendo el barro de sus pies en el camino, en el mágico recorrido de su espíritu, de Jerusalén a Santiago.

Mientras el cielo les sonríe con el bello  sol, alumbrando los pueblos  solitarios que encuentran a su paso.

La luna, regalando su luz a los sueños  oscuros de peregrinos y caminantes. Las estrellas, que  dirigen su camino peinando los vientos del espacio, y haciendo oír la voz del barro en el olvido.

Creando  esa estela de luz para llegar a Fisterra, llamada “camino de las estrellas.

Lugar encantado donde el cielo besa a la tierra y donde el peregrino deja sus botas, para que el sol del amanecer, seque el sudor de su piel, para que sus pies de barro resistan con honor, el peso del tiempo que se va quedando en su mochila.

Y a los pies de Santiago termina mi viaje. Mi pensamiento comienza una vez más a vivir y a volver a soñar… volviendo a preguntarme otra vez ¿dónde termina la tierra y donde comienza el cielo?  La nueva vida, o la nada.

                                           Cándida Buiza Diez.(2016)

 

Virgen de la Soledad,
cántico del miserere
tu gente te ha hecho una canción
para mostrar que te quiere

Virgen de la Soledad,
los sahagunenses te adoran
mientras que a tu hijo, por ser de palo
otros desprecian e ignoran.

Que más da de palo o de oro,
lo que cuenta es el amor
y el sentimiento que transmite
nuestro Padre Redentor.

El año pasado me dio
una mujer con cariño
los alfileres que en tu manto
llevas en ellos prendido.

Regalo que recibí,
con amor y devoción
y que siempre recordaré
guardado en mi corazón.

Llega otro año más
y volveréis a las calles
envueltos en vuestro manto
para que el pueblo os aclame.

¡Viva la Soledad!
nuestra señora y Madre
resucite de la muerte
su hijo, nuestro Padre.

Y así un año más, con la cruz a cuestas,
y con tu semblante entristecido,
seguiremos vuestros pasos,
serios, cabizbajos y doloridos.

Miguel Romano

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Un santo nació en Sahagún,

le llamaron Juan González,
hijo de hidalgo famoso,
casado con buena madre.

La .Virgen del Puente fue
la que procuró el milagro
de que pudiera nacer,
"Juanito" el niño santo.

En la catedral de Burgos
fue canónigo nombrado,
después de vivir en Burgos
fue a Salamanca enviado,
a proseguir sus estudios
y a predicar como un "santo".

La Santidad recibida
por hacer muchos milagros,
predicador de la paz
y amor entre hermanos.

Le honramos en la novena,
es llevado en procesión,
música, fuegos y alegría,
buen yantar y animación.

No olvidaremos las "Peñas"
que amenizan nuestras calles
y le ponen colorido
con su alegría y su baile.

Las charangas que no paren
que toquen a discreción,
los que no quieran cantar,
que bailen el "Charlestón".

Los que corran las vaquillas
que tengan mucho cuidado,
si ellas te cogen manía
te mandan para otro lado.

Luis Miguel Rodríguez Alaez (2015).

 

A LA VIRGEN PEREGRINA

La Peregrina “Roldana”
es la virgen más hermosa
de la escuela sevillana.

Su cara es como una rosa,
roja, suave, perfumada,
tiene su niño en los brazos
que ríe feliz y alegre,
nos dice adiós con la mano
y nosotros le rogamos,
que nos bendiga por siempre
y nos perdone el pecado.

Adiós al niño divino,
al que hemos visitado,
siempre estaremos contigo
caminando hacia Santiago.

Luis Miguel Rodríguez Alaez (2015).

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


 

 



 

 

Conoce mejor Sahagún