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LAS FAENAS AGRÍCOLAS
LA RECOLECCIÓN
El verano agrícola, que venía a coincidir prácticamente con el verano meteorológico, no solo en el aspecto laboral, sino en la convivencia familiar y en el escenario de la vida del pueblo.
Ya, en los últimos días de junio se hacían los preparativos de la recolección, se segaban a ras del suelo las eras, haciendo desaparecer las hierbas altas y cardos, que habían crecido en la primavera y habían sobrevivido a la voracidad de ovejas y jumentos.
Los agosteros procedían del mismo pueblo o de otros pueblos vecinos, aparte de estos trabajadores, había cuadrillas de gallegos, andaluces, que venían a León y a Castilla a segar a mano, su horario de luz a luz, y en la mayoría de los casos, dormían en el tajo, en pleno campo.
Las Mujeres, también participaban en la gran prisa del faenar del verano, uno de los trabajos más corrientes en el verano era el arranque de las legumbres, todas las casas tenían sembradas parcelas de lentejas, garbanzos, titos, estás
legumbres servían para el consumo familiar, así para piensos del ganado lanar, cabrío o su venta.
Iniciaban la faena a primera hora del día, apenas templado el estómago con un trozo de pan y alguna engañifa comestible y trabajaban ocho horas. Su jornada acababa al mediodía, regresando a casa y después del aseo, la comida y una siesta reparadora.
Las Espigadoras, solían salir en cuadrilla, mujeres de avanzada edad, ya no aptas para aguantar una jornada, con unas tijeras atadas a la cintura y un talego, salían al campo al alba, en busca de los rastrojos ya acarreados, para coger una a una, las espigas que se iban alienando en sus manos.
Hecha la manada, cortaban las pajas con sus tijeras y las cabezas granadas pasaban al talego, lleno el costal, cargaban con él al hombro y regresaban a casa, bien avanzada la mañana. Las cabezas de las espigas eran luego desgranadas y aventadas en el corral o en la calle. Y, así las espigadoras conseguían su propia cosecha de grano, una carga, dos cargas...
El Mochil o motril era el muchacho que en una labranza, hacia labores menores durante el verano, jovencitos entre ocho y quince años, que no aptos para faenas largas y duras, ayudaban en menesteres de recadero.
El motril no madrugaba al acarreo, ni segaba, ni desarrollaba labores de fuerza y destreza. Su cometido principal era el llevar las comidas y bebidas a la era, generalmente con un borrico más o menos dócil.
La Siega, comenzaba el segador con las primeras luces y lo dejaba al sol puesto, en medio, largas horas de forzada postura, pequeño descanso para la comida y abundante agua para aliviar la sed.
Y, luego, dormir a cielo raso o en un chozo en ruinas, la cebolla al lado para ahuyentar a la culebra, pasando del sudor a la frescura de la madrugada. En la mitad del siglo XX se introdujeron las máquinas segadoras, primero con ruedas metálicas y arrastradas por animales.
El Acarreo, segada la cosecha, comenzaba el acarreo de la mies, desde el rastrojo hasta la era. El acarreo se hacía con los carros normales de labranza, a los que añadía unos complementos sobre la caja, redes de esparto, unos brazos de madera, las teleras.
Se iniciaba el acarreo a medianoche, esto suponía que los agosteros ya habían dormido de dos a cuatro horas. El " entorno", volcar el carro, era un episodio casi fijo cada verano y puede decirse que no hubo agostero que no entornase alguna vez.
La Trilla, el gran invento, fue el trillo clásico, con armazón de gruesos tablones unidos y con la parte delantera encorvada hacia arriba. La Trilla, ocupaba la mayor parte central del verano, los días más calurosos del verano.
Los agosteros unían las mulas o vacas y empezaba el monótono circular sobre la mies, el volver la Trilla y recoger sus orillas, se repetía varias veces, hasta que las pajas fuesen cortas y las espigas estuviesen totalmente desgranadas.
La Bielda, separación del grano de la paja, en los montones de mies trillada, era la última faena de la recolección, el verano se dividía en dos etapas de recolección, la cebada y el trigo.
La labor de la bielda requería una especial maestría, pues cualquier descuido podía estropear muchas horas de trabajo. Como el grano, todavía salía con bastante paja, requería una nueva pasada, ya el grano salía limpio, se le amontonaba en "muelos" y quedaba listo para el envasado y almacenamiento.
Fuente: Asociación Cultural Balle de Scapa
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