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LA COCINA TRADICIONAL LEONESA
En principio el espacio destinado a la cocina es muy notable en cualquier casa tradicional leonesa por la cantidad de actividades que se desarrollan en ella.
En este ámbito acontecieron los hechos sociales más importantes de cada familia: inventarios de herencia, lectura y firma de los documentos, compra y venta de fincas y aperos de labranza, contratos matrimoniales.
Las paredes de las cocinas fueron de piedra (en zonas de montaña) y de adobe o tierra pisada (en la ribera baja o de tierra llana). En algunas hay que ofrecen fogón sencillo, otras enseñan además antecocina y cocinona.
Como espacio de convivencia tuvo la misión de estancia o cuarto de estar, por esas razones el mobiliario que se va a apuntar y en ocasiones a describir estuvo definido para cumplir con las disposiciones sociales de la familia.
Así, la espiteira o espetera era una tabla ajustada a una de las paredes y clavada con dos buenos clavos y numerosos ganchos en la parte externa para colgar en cada uno de ellos los utensilios que la dueña considere.
El vocablo "cacharro" fue de uso muy común y hace referencia a todo el ajuar usado en la cocina. Así, la frase voy a "fregar los cacharros" hace referencia a limpiar los platos, cucharas, ollas, etc.
El centro de la cocina fue una piedra de molino, está zona recibió el nombre de "lume, lumbre o fuego".
En torno a este fuego se sentaban y juntaban las personas de la familia y gracias a la luz que emanaba de su fogata, la reunión podía permanecer durante horas, especialmente en los días de invierno.
Este espacio del suelo y acotado para prender la lumbre podía estarlo con la superficie que ocupara la rueda del molino en desuso, con unas piedras de canto rodado. Encima se ponían primero unas ramas de uz y se cubrían con leña y ya con el fuego bien se colocaba encima la trébede, que es un utensilio con tres patas, de forma circular.
Un elemento que no podía faltar en la cocina es el agua para cocinar y limpiar, en algunas casas había pozos, pero en otras tenían que abastecerse desde el pozo artesano. El almacenamiento del agua se almacenaba en cántaros y estos estaban colocados en una cantarera de madera, este u otro mueble se usaba para almacenar las ollas de manteca después de freír las grasas de la manteca.
El aceite de oliva, siempre fue escaso, a este líquido debe añadirse el logrado del lino y cuyo producto siempre se conoció como aceite de linaza.
Los botijos o barrilas fueron indispensables en la cocina tradicional leonesa, disponen de agua para aplacar la sed.
La alimentación dependió siempre de los cereales transformados en harina, el más estimado fue el trigo, pero en otras zonas hubo necesidad de acudir a la cebada y el centeno.
Las legumbres ocupan un lugar notable en la alimentación leonesa y lo más habitual fue cocerlas y combinarlas con garbanzos y alubias, en los días de fiesta se añadía algo procedente del cerdo.
La pregancia es una cadena de hierro colgada de un madero que se encuentra clavado en dos paredes cercanas a la chimenea. El escaño fue un mueble que tuvo numerosos empleos: asiento, cama para la siesta y para dormir en la cocina.
Ahumar los chorizos, la cecina, los huesos ya descarnados, etc, se hizo siempre en la cocina y algunos los ponían hasta en el dormitorio. Dentro del mobiliario de la cocina, la masera por la importancia del pan en la alimentación artesanal, son cajones de madera de forma rectangular, como la artesa.
Asociación Cultural Balle de Scapa
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