SAHAGÚN EN 1752 (Segunda parte)
- Detalles
- Visitas: 853
En el anterior artículo indagábamos en el Catastro de Ensenada para conocer cómo era Sahagún hace ahora 272 años. Gracias a las averiguaciones contenidas en la exhaustiva encuesta elaborada entre el 21 y el 24 de febrero de 1752 pudimos reconstruir buena parte de la fisonomía de nuestra villa, que estaba regida por el alcalde mayor Francisco María Valero y el teniente alcalde Manuel Cabeza de Vaca y contaba por entonces con 441 casas habitables y 431 vecinos. Estos últimos estaban referidos a aquellos titulares de residencias y propiedades que estaban sujetos a hacer frente a varias obligaciones y gozaban de ciertos derechos. Aunque no es fácil fijar una cuantía concreta del número de individuos correspondiente a cada vecino, siguiendo los cómputos más aceptados,el número de habitantes de Sahagún ascendería a 1.681, a los que habría que sumar los 160 religiosos que ya mencionamos hace un año.
Cerrábamos también nuestro artículo haciendo alusión a los 11 molinos de aceite existentes en el casco urbano de la villa y prometíamos ampliar la información sobre las actividades realizadas por los vecinos y las rentas que percibían por ellas. Pues bien… de aquellos molinos, solo los pertenecientes a Andrés Fernández, Francisco de Prado, Gaspar de Bobadilla, Blas de Polvorinos, Isabel Lucas, Manuel Rodríguez Puerta y Felipe y Catalina Lagartos estaban en uso y producían anualmente 233 cargas de aceite de linaza (cada carga equivalía a unos 222 litros, aproximadamente, y alcanzaba un precio de 35 reales de vellón). Los cuatro restantes de Gregorio Rodríguez, Andrés González, José Molaguero y Juan de Espinosa Ballestero no molían por falta de medios.
Las actividades agrícolas ocupaban a un significativo porcentaje de los habitantes. 64 eran labradores (es decir, aquellos que tenían tierras en propiedad), los hijos y criados de labor ascendían a 106 individuos, había 5 guardas de campo y el grueso lo conformaban 127 jornaleros o asalariados, entre los cuales había 6 milicianos o soldados que en tiempos de paz mayoritariamente trabajaban en el campo. Por su parte, Manuel de Sahagún era el agrimensor que controlaba las medidas de los términos de las tierras y haciendas de la villa.
Aunque la ganadería no tenía tanto peso específico, consta la existencia de 19 pastores de ganado lanar, que estaban al cuidado de 6.000 cabezas repartidas en 4.000 ovejas, 1.200 corderos y 800 carneros y que se guardaban dentro del casco urbano en 10 corrales cercados. Completaban las especies de ganado varias yeguas de vientre, potros, potras, mulas, jumentos (como se denominaba a los asnos), bueyes, vacas, terneros, cerdos, machos cabríos, cabras y cabritos, que no se detallan en número, pero que también se recogían dentro de la villa por no existir ninguna cabaña o yeguada fuera de la misma.
Por su parte, el sector servicios aglutinaba a un importante número de habitantes. Ya vimos el año pasado que Sahagún, a pesar de su fama tabernera, no contaba con ninguno de estos establecimientos, aunque sí con 3 mesones dotados de camas y abiertos a todo género de huéspedes: estos eran el regentado por Francisco Gutiérrez Salazar, el de Luís Díez y el perteneciente al Monasterio que administraba Froilán de Robles, que reportaban rentas anuales de 1.100, 800 y 1.652 reales de vellón, respectivamente. También dentro de este sector habría que incluir a Juana García, quien, como figonera o persona a cargo de una casa de comidas o tienda donde se vendían manjares ya cocinados, obtenía 400 reales al año. Además, puesto que el aguardiente se consumía con asiduidad, existían en Sahagún 2 calderas de alquitaras o alambiques; una, de Andrés González Rodríguez, rentaba a su propietario 50 reales y la otra, que estaba arrendada por 300 reales a Vicente Ramírez, daba un beneficio de 600 reales al año.
Igualmente, sabemos que Sahagún disponía de 2 boticas. La perteneciente a Nicolás Calvo Rubial tenía un rendimiento anual 550 reales y la otra, que era propiedad del Monasterio de san Benito, estaba situada dentro de la zona de clausura, surtía a vecinos y forasteros, reportaba 8.800 reales al año y daba trabajo como criados a Domingo Álvarez, Santiago Revuelta y Gregorio Revuelta, actividad por la que cobraban 370, 180 y 100 reales, respectivamente.
En el artículo del año pasado también vimos que, puesto que era frecuente la venta ambulante o en las casas de los vecinos, únicamente existían 9 tiendas. Solo una de ellas, la regentada por Rosa Hernández y que le reportaba un beneficio anual de 550 reales, se dedicaba al comercio de lienzos. Cuatro eran las buhonerías o tiendas portátiles de Manuela Martínez, Miguel del Barrio, Miguel Feijo y Pablo Vacas, cuyas rentas ascendían a un total de 2.900 reales. Por su parte, la confitería de Alonso Neches, donde se vendía chocolate, azúcar y dulces, obtenía la importante suma de 3.300 reales al año, lo que demuestra que la exótica “bebida procedente de las Indias” (como se la calificaba por entonces) tuvo una extraordinaria demanda y reportaba numerosos beneficios. Esta era la razón por la que otros mercaderes, como Blas de Polvorinos, comerciaban con el producto en sus buhonerías. En la de este último también se vendía cera al por menor y su renta anual era de 4.400 reales.
La cera era, sin duda, uno de los productos imprescindibles en la época por su uso para la iluminación de los hogares. Como ya vimos, la villa contaba con un “tendal de cera” para su secado y, aunque son varios los mencionados buhoneros que la vendían, solo la cerería de Vicente Ramírez, que le rentaba 1.500 reales de vellón al año, estaba dedicada en exclusividad a la venta de este artículo. También era común que algunos vecinos la obtuviesen a partir de sus colmenas, de donde igualmente extraían miel destinada mayoritariamente al consumo propio. Gracias al Catastro de Ensenada conocemos que Sahagún contaba con 14 colmenas pertenecientes a Gaspar de Bobadilla, Froilán de Robles, Juan Ramiro Blanco, Pedro de la Cuesta, Francisco Bécares, Manuel Esteban y Jerónimo de Mata.
Aunque Sahagún no contaba en el año 1752 con casa de panadería pública, 18 de sus habitantes se dedicaban al trato y comercio de pan cocido, que, según las averiguaciones del Catastro, “vendían según su comodidad y sin obligación” y no pagaban por su puesto de venta. A este oficio se dedicaban Juan Cuenca, Facunda de la Puerta, Miguel Maestro, Antonio Corona, Bernardo Delgado Villarroel, Isabel de Mediavilla, José Molaguero, María González, Manuel Martínez Cuesta, Teresa Samos González, Agustín de Guaza, Gabriel Martínez, Juan Francisco, Pedro García, Rosa López, Manuel Moro, Manuel Gallego y Francisco Casado y el volumen anual de sus beneficios ascendía a 10.100 reales. La producción de harina, no obstante, estaba bajo el control del monasterio benedictino, al que pertenecían los 7 molinos harineros existentes en Sahagún y en los que probablemente trabajaban los 4 reputados molineros que, según el Catastro, ganaban 2 reales de jornal diario.
Dentro del abastecimiento de comida no era menos importante la casa de carnicerías, que erade propiedad municipal y estaba situada en el casco urbano, como ya dijimos. Junto con el matadero, se confiaba gratuitamente al abastecedor de carne Salvador Príncipe, que también lo era de la villa de Grajal y de la ciudad de León y conseguía una suma de 1.100 reales al año. La venta de casquería, en cambio, estaba en manos de Manuel Fernández y Bartolomé de la Varga, por la que ganaban 700 y 100 reales, respectivamente. Otros abastecedores de productos eran Ventura Ramírez, quien atendía la provisión de aceite de oliva y tocino para la villa, Froilán de Robles la del pescado remojado y velas de sebo, Santiago Doria la del aceite de linaza, Manuel de Salcedo la del vinagre y Bartolomé Rodríguez la del jabón. Todos ellos sumaban 1.870 reales de renta anual.
A tenor de las escasas noticias expresadas en el Catastro de Ensenada, no parece que el pescado estuviese entre los principales productos de consumo, aunque sí consta la existencia de 3 pescadores: Francisco Bécares, Bernardo Delgado Villarroel (quien, como vimos, también ejercía el trato del pan) y Manuel García López. A ellos se sumaba un comerciante de truchas llamado Facundo González.
Tampoco faltaban en el Sahagún del año 1752 los regatones, es decir, aquellos comerciantes que compraban productos al por mayor para luego venderlos dentro de la localidad al por menor. María González, Manuela Salcedo, Bartolomé Rodríguez, Manuela Carrillo, Francisco Farias, María Argüelles, Manuela Salinas, Pedro Montes y Juan Díez eran los 10 regatones que en la villa vendían sardinas, escabeches, frutas, frutos secos y algunas especias y obtenían un beneficio anual conjunto de 5.050 reales.
Nuestra villa también contaba con 1 pregonero, oficio por el que Melchor del Castillo cobraba 500 reales al año, y otros oficios singulares, como el de cribero, que desempeñaba Domingo Carbajo por 300 reales (misma cantidad que cobraba Andrés Fernández por el de tamboritero) o el de tablajero. Este último oficio, que le reportaba 1.100 reales anuales a Manuel González Llorca, se asociaba a varias actividades, aunque comúnmente a la de propietario de una casa donde se jugaba a las tabas, dados y otros juegos semejantes y donde eran habituales las trampas y fullerías.
A estas alturas, el lector interesado se preguntará qué valor tenía el antiguo real con respecto a nuestra moneda actual. Los estudios especializados en historia económica y estadística coinciden en que carece de sentido realizar estas equivalencias, por lo que la mejor forma de hacernos una idea del valor de las rentas que hemos visto es conocer el precio que alcanzaban algunos productos cotidianos o de primera necesidad. Gracias a las informaciones contenidas en el documento que analizamos, sabemos que en Sahagún, en el año 1752, media fanega de garbanzos alcanzaba los 12 reales de vellón y la media de lentejas los 6, una cántara de mosto tinto (unos 16,3 litros) 3 reales, una carga de trigo (unos 170 kilogramos) 48 reales, un cordero 6 reales y un pavipollo (pollo de crianza que superaba los tres meses de crianza) 3 reales de vellón.
Si alguno de ustedes también ha echado en falta algunos oficios como los de médico, abogado, notario público o los relativos a las actividades artesanales que tanta fama dieron a nuestra villa y que nutrían parte del importante mercado semanal y las dos ferias que anualmente se celebraban, es porque estas líneas ya sobrepasaban la extensión pertinente y hemos decidido tratarlos en la próxima entrega… (continuará)
Joaquín García Nistal
Profesor Titular de la Universidad de León
Pies de Imágenes
Fig. 1.Sahagún a vista de dron (fotografía de Jorge Castrillo Felipe)
Fig. 2.Arrieros junto a las ruinas del Monasterio de san Benito y el Monasterio de santa Cruz (actual calle Alfonso VI) hacia el año 1900 (fuente: Pinterest)
Conoce mejor Sahagún

Albergue de Peregrinos…
Antigua iglesia de La Trinidad, reconvertida en Auditorio y Albergue de Peregrin…

Carmen Zamora Doncel…
Nace en Sahagún el siete de Enero de 1938, hija de Domingo y de Carmen, cursa su…