VISITAS GUIADAS
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Las visitas de la mañana por Sahagún, comienzan a las 11:00 horas y permiten a los asistentes descubrir la Iglesia de San Juan de Sahagún, la Parroquia de San Lorenzo, la Capilla de la Cofradía de Jesús Nazareno y Patrocinio de San José, el Panteón Real de Alfonso VI (Monasterio de Santa Cruz) y por último a las 13:00 horas la Capilla de San Benito. La tarifa de esta visita es de 6€ por persona y 4€ para empadronados. Al finalizar la visita se ofrecerá una degustación de productos típicos de la comarca.
Este mismo recorrido se puede realizar por la tarde, a las 16,30 h., finalizando a las 18,30 h.
Las tarifas para grupos (el máximo de personas por grupo será de 25) 80€ para agencias, grupos particulares y asociaciones, (a partir de ese número se aplicará un suplemento de 20,00€ hasta un máximo de 50 personas.) y a los grupos de jubilados y asociaciones de discapacitados se les aplicará un descuento del 25 % del precio que corresponda. 50€ para grupos escolares (no se realizarán estas visitas en fines de semana ni festivo nacional ni locales.
Además, el ayuntamiento de Sahagún, ha proyectado otras rutas muy interesantes, destinadas a grupos con transporte propio, que se realizan con solicitud previa: La Ruta de los Abades y la Ruta de la Lana y el Vino, de Sahagún.
La Ruta de los Abades, comienza en la villa de Sahagún, acompañados por un guía municipal acreditado, adaptada a los horarios del grupo, visitando la Iglesia de San Juan de Sahagún, la Iglesia de San Lorenzo y Capilla de la Cofradía de Jesús Nazareno y Patrocinio de San José, el Panteón Real de Alfonso VI y la Capilla de San Benito. El traslado a San Pedro de las Dueñas, donde se visitará la Iglesia del Monasterio. La ruta de los Abades finaliza en Grajal de Campos (hasta donde se trasladará en vehículo propio y sin guía) y para la visita a este municipio deben contactar con el teléfono 628 510 242.
Por otro lado, la Ruta de la Lana y el Vino, comienza igualmente en la villa de Sahagún y los horarios también se adaptan al grupo. El primer punto será la Iglesia de San Juan de Sahagún para continuar el recorrido por la Iglesia de San Lorenzo y Capilla de la Cofradía de Jesús Nazareno y Patrocinio de San José, el Panteón Real de Alfonso VI (Monasterio de Santa Cruz) y la Capilla de San Benito. Desde aquí, cada grupo usará su propio vehículo. El recorrido continúa por San Martín de Cueza, para visita el Retablo Renacentista de San Martín de Tours, Celada de Cea, para visitar el Retablo Renacentista de la Iglesia de San Justo y Pastor, Joara, para visitar el Retablo Renacentista de la Iglesia de San Andrés. Y para finalizar esta experiencia una visita de enoturismo a la Bodega de Julio Crespo con explicación del enólogo de la propia bodega.
En todo momento se tendrá en cuenta a la hora de realizar las diferentes rutas el nivel en que se encuentre la Comunidad de Castilla y León frente al Covid 19
RUTA DE LAS LANZAS
Visita no guiada para los amantes de la naturaleza y de la historia, de 8,7 kilómetros de recorrido que comienza en el Puente Canto y discurre por la margen izquierda del Río Cea: Sahagún - San Pedro de las Dueñas - Galleguillos de Campos. Se encuentra señalizado.
LA LEYENDA DE LAS LANZAS
Corría el año 805 de Nuestro Señor cuando el Rey Carlo Magno, Milón de Angleris y sus huestes recorrían el Camino Francés frenando con gran eficacia el avance de la fe islámica y derrotando con facilidad a cuantos ejércitos moros se aventuraban en sus razias por tierras de Galicia, León, Navarra o Castilla. "La Fértil vega del Cea era entonces, igual que hoy, un oasis arbolado en medio de la expuesta Tierra de Campos. También era el lugar favorito de Carlomagno para descansar unos días entre batalla y batalla y librar tanto a los soldados como a sus monturas del implacable peso de las armaduras.
Y en estas estaban cuando fueron sorprendidos por la llegada a Sahagún del rey Aygolando, al mando de un poderoso ejército. El enfrentamiento fue inevitable, cientos de hombres, tal vez un millar de cada parte, se enfrentaron en sangrientas escaramuzas que duraron el resto del día. Al caer la tarde, y después de haber medido sus fuerzas, ambas partes se retiraron a descansar, reorganizarse y hacer balance de los caídos. La batalla definitiva tendría lugar al amanecer y sería necesario movilizar hasta el último hombre. Ninguna hoguera atenuaba la oscuridad de la noche solo se escuchaba el rumor del Cea, el relincho nervioso de los caballos y el tintineo del acero.
Se encontraba la tropa muy desmoralizada mientras cada soldado disponía sus pertrechos para la mañana siguiente. Uno a uno hincaban en tierra las lanzas con el pensamiento puesto en los compañeros caídos mientras de boca en boca se extendía el rumor de que Aygolando había recurrido a la nigromancia para lograr la victoria. Habría conseguido el rey moro, con artes oscuras, fuerza sobrehumana para sus hombres y habría multiplicado por dos la resistencia de su acero.
Horas después los hombres, que apenas habían logrado conciliar el sueño, salían de sus tiendas con temor a una muerte segura. En completo silencio, ajustaban las cabezadas de sus caballos, ceñían las espadas al cinturón y se colocaban las cotas de malla.
Aún faltaba media hora para que la luz del amanecer comenzase a tornar azul el negro manto de la noche cuando sobrevino la sorpresa. Al intentar coger las lanzas aquellas cuyos propietarios habían muerto el día anterior habían echado ramas frondosas y raices profundas. Solo la intervención divina podía estar detrás de semejante milagro. -Dios está con nosotros- Las lanzas mágicas fueron taladas con gran alborozo, cada jinete cogió la suya y con ellas apoyadas en el estribo derecho se dirigieron en formación al campo de batalla.
-¡Alahuakbar!- Con el primer rayo de sol se escuchó el grito de guerra del enemigo. Era la señal. Al picar espuelas el miedo había desaparecido frente a la esperanza de la victoria.
Con intervención divina o sin ella, la victoria no fue fácil. Las bajas en ambos bandos se contaron por miles, incluida la de Milón de Angleris, que ese día dejó huérfano a su hijo Rolando. También murió en el campo de combate Bayard, el caballo de Carlomagno que, según la tradición franca había sido concebido por un dragón y una serpiente.
Cuando el ruido de los aceros hubo cesado, algunos de los supervivientes juraban haber visto como la mano invisible de Dios tomaba las riendas de los caballos de los cristianos abatidos que sin jinete, continuaban dando batalla a los infieles.
Tiempo después, silenciado el eco de la antigua batalla, los tocones de las lanzas taladas habían brotado y formado formidables bosques de fresnos, sauces, alisos y álamos bajo los que aún es posible pasear hoy día en esta villa de Sahagún, a orillas del río Cea.
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